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Muy a menudo los transitarios consideran los costes de una operación logística puerta a puerta en términos de impacto económico directo. Sumamos los salarios, el combustible, las tasas de aduana y todos esos gastos en los que uno u otro autor de la cadena incurre de forma directa y así se calcula el coste total.
Pero, desde una visión más amplia, existen otros costes ocultos que tarde o temprano revierten, ya sea en forma de perjuicios económicos directos, de posibles descensos en el volumen de negocio o de costes fiscales, que en algún momento deberemos asumir y repercutirán en la cadena de suministro.
El auge explosivo de la logística en el panorama económico mundial ha llenado las carreteras de camiones. Millones de ellos mueven diariamente millones de toneladas de bienes. Las ventajas económicas -y también sociales- de esto son mucho más que evidentes, pero no hay ventajas sin costes asociados:
- Costes económicos asociados a los retrasos provocados por las congestiones en los puertos, las carreteras y las vías fluviales. Esto se traducen en penalizaciones económicas. Igualmente, el desgaste de las infraestructuras y la accidentalidad también tienen repercusiones en forma de sobrecostes.
- Costes ambientales, debidos al uso de combustibles fósiles, la huella de carbono que deja su fabricación, los costes energéticos de las operaciones de carga y descarga…tienen un impacto en el medio ambiente y, por tanto, en la sostenibilidad del sector.
- Y, finalmente, los costes sociales, que se miden en términos de salud y bienestar públicos. El ruido y la contaminación son ejemplos paradigmáticos.
Estas consecuencias pueden ser medidas en costes económicos, y así lo hacen organismos de la Unión Europea y las propias organizaciones implicadas en la cadena de suministro.
Por otro lado, la combinación inteligente o intermodalidad se considera el modelo más sostenible y aporta ventajas muy estimables:
- Ahorro de tiempo en la minimización de tiempos de almacenaje en áreas intermedias.
- Reduce al máximo el riesgo de rotura o robo de la mercancía, al transportarse en unidades de carga cerradas desde el origen hasta el punto de destino.
- Reduce la congestión de las vías de transporte.
- Mejora la seguridad vial.
- Reducción del consumo de energía por unidad de carga, así como la minimización de las emisiones de CO2.
- Disminución de los niveles de ruido.
- Disminución de los residuos en lo referente a embalajes y empaquetado de la mercancía.
Un ahorro de casi 800 millones de euros
Dada su condición de instalación portuaria internacional, el Port de Barcelona es una pieza clave para las empresas importadoras y exportadoras. Por eso, sus iniciativas por un transporte intermodal con menores costes externos, son especialmente importantes.
El Port de Barcelona ha apostado por el transporte intermodal, priorizando el transporte ferroviario y el transporte marítimo de corta distancia o Short Sea Shipping. Esta iniciativa ha supuesto reducir el transporte por carretera en alrededor de 330.000 trayectos y un ahorro en los citados costes externos de 778 millones de euros, de acuerdo con las cifras que publica el Port de Barcelona.
En línea con los criterios de la CE
Por supuesto, las autoridades europeas tienen enorme interés en reducir esta clase de costes. Así lo expresa en esta página: New transport proposals target greater efficiency and more sustainable travel, donde desgrana las estrategias para alcanzar un panorama más limpio, barato y eficiente.
La política de la CE apuesta por internalizar los costes externos —el ya conocido “quien contamina, paga”— y por desarrollar medios de transporte alternativos, más respetuosos con el medio ambiente.
Intermodalidad gracias al Short Sea Shipping (SSS).
¿Cómo funciona el Short Sea Shipping? El Transporte Marítimo de corta distancia, lleva la mercancía a los puertos más cercanos al destino. La unión de puertos locales de que consta el Short Sea Shipping recibe popularmente el nombre de Autopistas del Mar. Los buques, especialmente los propulsados con combustibles “limpios” como el GNL o el metanol son un medio de transporte de gran eficiencia energética y significativamente menos contaminantes. Su recorrido, prácticamente puerta a puerta, supone un descenso notable en costes externos.
El Transporte Marítimo de Corta Distancia está conformado por las redes de transporte de cabotaje y también conexiones marítimas entre los puertos continentales y los insulares.
Vías ferroviarias. Los puertos secos.
Otra de las condiciones imprescindibles para potenciar la intermodalidad eficiente es el desarrollo de las vías férreas. En este sentido, estamos asistiendo al auge de las terminales marítimas del interior, más conocidas como “puertos secos”.
Un puerto seco es una terminal intermodal de mercancías en el interior. Se conecta a través de la red ferroviaria y su particularidad es que tiene carácter de frontera. Las mercancías viajan directamente desde el buque al puerto seco. Y solo allí se realizan los controles aduaneros.
Estas terminales reducen tiempo, atenúan el impacto ambiental y mejoran notablemente la calidad de la operación logística, ya que albergan toda clase de instalaciones administrativas, incluyendo despachos aduaneros.
La logística 4.0 tiene muchas implicaciones económicas, pero también en términos de bienestar social y economía. En esta nueva etapa intervendrá la transición digital del transitario, el seguimiento de mercancías en tiempo real o la trazabilidad logística. Pero también, y en gran medida, la intermodalidad y la apuesta por el Short Sea Shipping y el transporte ferroviario.
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